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Jamás toques mis letras

Jamás toques mis letras Más que para servirles Jamás las busques Ellas solas te buscan te siguen incansables Te atraviesan el alma El cuerpo te queda empalado en la dulce delicia de la literalidad. Y serás bella Estarás limpia Te tatuarán en la historia Te recorrerán como labios deseosos Te pintarán mariposas y follaje en la suavidad de tu seno Te tocarán los sabores Las pinceladas en tus ojos estarán diseminadas. Jamás toques mis letras Ellas solas te tocan Te sacuden como las mareas de agosto Jamás muerdas las lagunas de la creación Jamás pierdas los recuerdos dolorosos Nunca seas interferencia de la noche Nunca les des a los pintores de letras Razones para tirar sus pinceles. Jamás toques mis letras No enciendas la mecha de la desesperada ansiedad No disemines la inspiración No olvides Eres el retoque impávido de los momentos Todos somos horas Todos somos letras Pero tú eres eterna poesía. ¿Puedo escribir los
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Aquella muchacha en la esquina de ayer.

Aquella muchacha en la esquina de ayer. Francisco Perlaza. No podría jamás haber visto a una mujer así, Una guerrera de cabello corto, Piernas enormes como dunas, cintura avispada, Una cara fina con los ojos perdidos en el mar de autos que pasaban antes de cruzar la calle.                               Cali trae tantas sorpresas,                            Esa sonrisa fina y labios desnudos,                       Ese cabello, tan liso, tan oscuro, tan poético y tenebroso,                                Me llamó con tal fuerza que me perdí del camino,                                      Me perdí del día,                                          Me perdí de mi destino,                                                       Solo por mirarla. No existía entonces en ese momento mujer más bella que ella, La imaginé como una bella alada flotando en las cavernas de la normalidad. Como una gran águila que se posó en mi pecho y me arrancó de un zarpazo la r

Escala en San Antonio, allá donde los mochileros

Eran apenas las 5 de la tarde cuando vi el viento pregonando nacer la noche de brazos de la última hora de luz citadina que acaricia suavemente la colina desde hace poco más de tres siglos y las familias, el auditorio de estas obras y todas sus secuelas se preparan para presenciarla, un minuto de llegada, tan solo pisar el camino empedrado era necesario para que 3 mochileros ofrecieran sus mercancías juradas de dotes especiales para equilibrar las energías o proteger a alguien “Acercate, vení mirá sin compromiso, que vos sabes que por mirar no se cobra” le dice un artesano argentino, se nota por su acento, a un grupo de varios jóvenes que a duras penas giraron la cabeza en su dirección, otros simplemente esperaban a un cliente potencial acercándose a ver una infinidad de cachivaches y artesanías apoyadas sobre una manta de color vario pinto reposando en el suelo, que si se acercaran a ver más allá de lo que reposa en el suelo verían una historia, de amor, de odio, un drama, una comedi

Óscar Perdomo Gamboa: “Yo quise sacar a José Prudencio Padilla del olvido…”

El escritor colombiano Oscar Perdomo Gamboa, Cartagena. “Allá en la Guajira arriba” es el nuevo libro del escritor tolimense Óscar Perdomo Gamboa junto con la editorial Caza de Libros, expuesto en abril en la Feria Internacional del Libro de Bogotá del 2017. En diálogo con el autor, nos brindó detalles de esta novela que trata sobre el Almirante Padilla y también revela particularidades de sus anteriores publicaciones y su vida. Por: Natalia Andrea Marin Palomino. Usted escribió “Allá en la Guajira Arriba”, con el cual también ganó el Premio Estímulos Cali 2016, por amor a la música vallenata y José Prudencio Padilla, a pesar de no haber suficientes datos históricos del Almirante. ¿Cómo fue ese proceso de redacción y recopilación de información para lograr el desarrollo de la historia? O.P:  Fue difícil, aunque no lo suficiente comparado con las investigaciones que han hecho historiadores e investigadores profesionales. Me basé en decenas de libros publicados d

Delirios de cohete

No logro pilotar mas la implosión de mi superyó abstraído, houston, hay dos problemas: la duda creadora y la suricata en la pared. Levito sobre el compendio de moscas excitadas, pululantes en viscosidad, roen lo que defeco, se sumergen en ideas muertas, en soliloquios bastardos, ¡Pero si yo defeco poesía! Poesía: es el cementerio de luciérnagas, el lienzo de pequeños cristales que arropa el crepúsculo de la sultana, la dama de piernas largas y piel de brisa, que unos llaman Cali y yo llamo amalgama. La osadía del jinete sin espuela,s se atreve a acordonar entre fonemas las maniobras libertarias, malabares geográficos, artificios urbanos, cemento y cal; sudor y zapateo; putas y gatos, la metáfora vive y la realidad no es certeza, solo tiende a escapismo. ¿Que héroe de epopeya ha carecido de osadía? La osadía no es más que estupidez glorificada, ¡Houston, se acaba el aire y me sobra el verbo! Pilotear en la habitación de espejos es como desayunar en un

Cadaver inquisidor.

He corrido tras el mundo, en busca de luz estelar, las noches se hacen tan lentas, tan brillantes, tan etéreas que la existencia misma pierde significado, he buscado en toda la infinidad de voces unas caderas tan anchas como aquellas, una carita dulce, unos nervios locos, unas madrugadas de dolor ardiente, pechos duros, sabor a sal sangrienta, sabor que no existe, no existe tal sentimiento, mientras ves a tu amor ser besada hasta sus confines por la boca de otros diablos sin sentido, sin palabras, mientras yo chorreo la baba y expulso canciones dolorosas, ella salta a borbotones de placer contenido. No existe más que un pensamiento insensato. Morir tras ella no es más que vivir mal dos veces. Pero qué más da del mundo, si al fin y al cabo no existe, qué más podemos buscar los soñadores, los defensores de utopías si no hay mañana, si no hay horas, no hay segundos de amor y las largas y tremebundas voces de esperanza son asesinadas constantemente por las llagas infectada

Al idiota que me prometió una vida entera.

¿Cómo se vive sin tus manos? Yo me pregunto. Me pregunto a qué sabe el cuerpo sin amor Y sin patria. A qué sabe la cama sin casa. ¿Cómo respiar sin saborearte? Si mi único placer culpable era buscarte, Entre las letras indecentes, Las sexuales, Las atrevidas, Las devoradoras, Que me carcomen de adentro y no sé cómo acallar. Dime tú, nombre de poeta Y corazón de victimario, ¿En dónde entierro las ganas, Y las ansias Y el amor? Cómo vuelvo mi cuerpo río Si no hay razón. Cuéntame, con saña Si te apetece, Qué harías tú para borrarme, Si necesitarás hacerlo. ¿Y cómo me borras? Si nadie más te va a besar en el fin del mundo, Si en ninguna otra orilla te van a dar calor, Si no existe ningún otro espejo que soporte tu dolor. Dime cómo te lo comes. Cómo no solo te mueres Sino que te crees el cuento. ¡Cómo no resistirse! Dime como haces, Para fingir no amarme Cuando he visto en tus ojos Que se accidentan mares